Ruerrero

John Tejada
4 min readAug 7, 2021

It cannot be he; it cannot be she; the village is ours. It showed us how to love while forgetting about the outside pains of this world. Evil cannot exist once you enter the city limits. History mixes with technology to create a passion few get to experience. The village means freedom, the village means love. It helped us all grow and showered us with a tender care that allowed us to go out into the world and spread that love to fill the cracks in the universe. It is where we learned to ride bikes and swim. Where cars meet cows and nights eclipse days. In a world that is constantly demanding so much of us the village allows us to be fully present in the moment. To unwind during a hot summer day. To cuddle up during a cold winter eve. In most of the world a dream is a selfish thing. In the village a dream belongs to others. We dream of bringing our friends to the valley to experience the same energy that constantly pulls us back. We dream of one day allowing our children to savor the same experiences we had growing up. We dream of finding a way to build a life where the village can be side by side with us more than just a few times a year. No matter what we have going on in our lives we make time for the village. We can never truly leave the village because it never leaves us. In all of our experiences, in all of our goals, the village is right there giving us a much-needed push in the right direction. A place where friends become lovers and strangers become family. That is what a village is. It is not a point on a map, or a group of buildings put here years ago. No, a village is a tribe. As we cry for the lost souls who do not get to experience families, we must also cry on a smaller level for those who do not get to experience a village. Yet no one can truly tell you what a village is because no one can understand what a village truly does since like most great things it is so full of contradictions. It is a place where we come to find peace amongst all the chaos. A place where timeless traditions clash with fruitful new experiences. A place that we always leave crying, but we will always come running back to. A place where everyone belongs but an outsider stands out. Where tables are always full but there is always a seat. Where life rushes by while lived at a slower pace. Roots sprout out into the now. It cannot be touched; but it can be felt. Contradictions that bend in our minds like the old streets as we try and describe to new companion what a village is. Put simply, a village is home.

El pueblo no es de nadie; el pueblo es nuestro. El pueblo nos enseñó a amar mientras olvidábamos el dolor que sacudía al mundo. El mal no existe una vez entras en él. La historia se mezcla con la tecnología para crear una pasión que pocos alcanzan a sentir. El pueblo es libertad, el pueblo es amor. Nos ayudó a todos a crecer y con gran cariño nos permitió entrar en el mundo y desplegar ese amor para llenar las grietas del universo. Aquí es donde aprendimos a montar en bicicleta y a nadar. Aquí es donde conviven las vacas y los coches, donde las noches eclipsan a los días. En un mundo que nos exige tanto y tan constantemente, el pueblo nos permite vivir el momento presente con plenitud, relajarnos en los calurosos días estivales, acurrucarnos en las frías noches de invierno. En casi todo el mundo soñar es un acto egoísta; en el pueblo, un sueño pertenece a otros. Soñamos con traer a nuestros amigos al valle para que sientan la misma energía que nos retiene. Soñamos con que un día nuestros hijos puedan disfrutar las mismas experiencias que nosotros tuvimos mientras crecíamos. Soñamos con encontrar el modo de forjar una vida en la que el pueblo habite en nosotros no solo unas pocas veces al año. Más allá de lo que esté ocurriendo en nuestras vidas, siempre encontramos tiempo para el pueblo. En realidad, nunca podemos marcharnos del pueblo porque él nunca nos abandona. En nuestras experiencias, en nuestros objetivos, el pueblo sigue dándonos el empujón que tanto necesitamos en la dirección adecuada. Es el lugar en el que los amigos se convierten en amantes, y en donde los extraños pasan a ser familia. No es un punto en un mapa, ni un conjunto de edificios colocados tiempo atrás. No. Un pueblo es una tribu. Y al igual que lloramos a los infelices que no han experimentado la emoción de tener una familia, también debemos lamentarnos por todos aquellos que no han sentido lo que es un pueblo. Y, aun así, nadie podrá decirte lo que es un pueblo, porque nadie puede comprender el sentido de un pueblo, ya que, como la mayoría de las cosas importantes, es pura contradicción. Es el lugar al que venimos a encontrar la paz en medio del caos. El lugar en donde las eternas tradiciones chocan con nuevas y fructíferas experiencias. El lugar del que siempre nos marchamos llorando, pero al que siempre regresaremos. El lugar al que todos pertenecemos, pero en el que el forastero encuentra su lugar. Donde las mesas están siempre llenas, pero siempre hay una silla para el que llega. Donde la vida vuela mientras transcurre a ritmo lento. Las raíces brotan en el ahora. No podemos tocar el pueblo, pero podemos sentirlo. Como sus viejas calles, las contradicciones se enredan en nuestra mente cuando tratamos de explicar a un nuevo amigo lo que es un pueblo. Un pueblo, sencillamente, es el hogar.

-John Tejada, Ruerrero

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